COMO NO CREER EN EL DESTINO

Éramos tú y yo caminando

Por esas calles de nuestra ciudad

Nada me decía, que jamás olvidaría

Fui yo quien te salvó la vida

Diste un paso, yo te tomé y te traje hacia mí.

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Todo pasó en un instante crucial

Sentí que te ibas, con desesperación infinita

Te reclamé ante el sino de la vida para mi

Hoy después de conocernos, el amor llegó.

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Nada se compara al miedo y el terror

Pensar que puedo perderte algún día

Nada ha podido separarnos desde aquel día

Tú tienes el calor que mi alma necesita.

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En estos tiempos que compartimos nuestras vidas

Conocí la felicidad plena ¡el amor!

Solo ruego día a día, que jamás dejes de quererme

Para seguirnos amando como el primer día.