Que tienes tú,
mujer alborotada,
que haces que mi
corazón lata,
con exagerada pasión,
que huyes del amor,
me dejas sin destino.
Perdido en los laberintos
de la desesperación,
celos malditos son,
porque dudar me hacen
hasta de mi propio ser.
Ese amor que producía felicidad,
embargando mi corazón y mi alma,
se convierte en el veneno mortal
de mi fe en el amor y en la paz,
condenándome al dolor infinito
de tu ausencia;
fatal destino el mío
del que no te culpo,
porque ¡hombre cabal soy!
mujer alborotada,
que haces que mi
corazón lata,
con exagerada pasión,
que huyes del amor,
me dejas sin destino.
Perdido en los laberintos
de la desesperación,
celos malditos son,
porque dudar me hacen
hasta de mi propio ser.
Ese amor que producía felicidad,
embargando mi corazón y mi alma,
se convierte en el veneno mortal
de mi fe en el amor y en la paz,
condenándome al dolor infinito
de tu ausencia;
fatal destino el mío
del que no te culpo,
porque ¡hombre cabal soy!
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