Ya todos lamentan la ausencia
del ser que se va,
ya tu no tienes nada que hacer,
Las aguas cristalinas, corrían cantarinas
por el lecho de nuestro río
mirándolo mi espíritu,
alegre estaba.
Y te vi, te vi,
sonriendo mirando
las aguas que corrían
nos amamos
allí, allí, nomás
día a día la felicidad
en mi pecho no cabía,
en las faldas
de nuestra cordillera,
imaginamos la vida
eterna para los dos.
Más un día
te viniste a Lima, la capital
vine a verte un día,
reina del folklore eras,
brillantes tus trajes lucían,
ya para que,
si pasaste cerquita
y tu mirada se cruzó con la mía,
hay que triste, que triste
la vida mía;
sin ti, sin tu amor,
aquí estoy, acostado
en la cordillera mía,
soñando como ayer
solo, solo;
con la pacha mama mía.
los amigos y parientes
pugnan por estar
cerca, cerca del ser que se va,
el lamento es general.
La tristeza está en el ambiente,
todos caminan, lentamente,
acompañan al que no volverá,
lloran en silencio, la impotencia
de un adiós forzado, por el que se va.
Llegan al campo santo
saben todos que no volverá,
muchos quisieron decir lo que sienten
más el dolor les dice
ya para que,
se persignan y rezan
pidiendo para él paz celestial.
aunque sufriendo estén adiós, adiós
¡le dirán!
porque allí va,
el que tendrá que esperar,
¡allá en la eternidad!
que los que quedan, también irán;
para que juntos puedan estar.
Algún día esto, será una realidad
Que nunca nadie sabrá;
sólo la esperanza, los acompañará
hasta el día, el día final.
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