Donde están los hombres llenos de esperanzas.
Donde están los hombres listos a luchar y corresponder.
La necesidad y ansiedad de justicia de las sociedades.
Donde están los seres que ayer luchaban
por la igualdad entre los hombres.
Los frutos de justicia y equidad heredados.
Van siendo consumidos por ambiciones y prepotencias.
Anidadas en las almas de seres que emulan.
Esclavistas de tiempo pasados, ya idos dicen.
Desde Atila y Hitler dictadores,
esclavistas prepotentes, sanguinarios
Hoy un flagelo que viene superando los tormentos vividos,
cual verdugo apocalíptico devora esperanzas y vidas.
Fortaleciendo al impío, al ladrón, al criminal, al esclavista, al explotador.
Cual sirvientes del averno, del demonio mismo.
Los explotadores, los dictadores, extorsionadores y corruptos.
Aumentan día a día en nuestras sociedades.
Los nombres y formas que adquieren estos flagelos
de época en época cambian y varían.
Sus formas, sus aspectos, sus modalidades
siempre engañosas torturan y matan al inocente.
Hoy está presente como el gran capital, riqueza y poder ofrece
a diestra y siniestra quieren dar, dicen.
Mientras los hombres, luchadores sociales se dicen
agachan la cerviz cual sirvientes ó mendigos.
Mientras las conquistas sociales, los derechos sociales se caen a pedazos.
Cual granizo de hielo congelando, paralizando conciencias y esperanzas.
La ambición de los hombres consumen las montañas
y las riquezas que guardaron las entrañas de la tierra por siglos.
Envenenando lagos, ríos y mares, matando la vegetación natural,
que es pan del hombre y purifica el aire que respira que es sostén de vida.
Porque la corrupción avanza tan veloz, tan sagaz.
Que ni Arquímedes ni nadie podrá verla y alcanzarla para combatirla.
Solo la conciencia de masas podrá detener este flagelo.
Y solo los justos son el brazo de la voluntad de Dios en la tierra.
Porque solo Dios libera los pueblos y castiga al opresor, al explotador.
O acaso Arquímedes tenía razón.
Al buscar un hombre justo a la luz del día.
Llevando una lámpara encendida en sus manos.
Donde están los hombres listos a luchar y corresponder.
La necesidad y ansiedad de justicia de las sociedades.
Donde están los seres que ayer luchaban
por la igualdad entre los hombres.
Los frutos de justicia y equidad heredados.
Van siendo consumidos por ambiciones y prepotencias.
Anidadas en las almas de seres que emulan.
Esclavistas de tiempo pasados, ya idos dicen.
Desde Atila y Hitler dictadores,
esclavistas prepotentes, sanguinarios
Hoy un flagelo que viene superando los tormentos vividos,
cual verdugo apocalíptico devora esperanzas y vidas.
Fortaleciendo al impío, al ladrón, al criminal, al esclavista, al explotador.
Cual sirvientes del averno, del demonio mismo.
Los explotadores, los dictadores, extorsionadores y corruptos.
Aumentan día a día en nuestras sociedades.
Los nombres y formas que adquieren estos flagelos
de época en época cambian y varían.
Sus formas, sus aspectos, sus modalidades
siempre engañosas torturan y matan al inocente.
Hoy está presente como el gran capital, riqueza y poder ofrece
a diestra y siniestra quieren dar, dicen.
Mientras los hombres, luchadores sociales se dicen
agachan la cerviz cual sirvientes ó mendigos.
Mientras las conquistas sociales, los derechos sociales se caen a pedazos.
Cual granizo de hielo congelando, paralizando conciencias y esperanzas.
La ambición de los hombres consumen las montañas
y las riquezas que guardaron las entrañas de la tierra por siglos.
Envenenando lagos, ríos y mares, matando la vegetación natural,
que es pan del hombre y purifica el aire que respira que es sostén de vida.
Porque la corrupción avanza tan veloz, tan sagaz.
Que ni Arquímedes ni nadie podrá verla y alcanzarla para combatirla.
Solo la conciencia de masas podrá detener este flagelo.
Y solo los justos son el brazo de la voluntad de Dios en la tierra.
Porque solo Dios libera los pueblos y castiga al opresor, al explotador.
O acaso Arquímedes tenía razón.
Al buscar un hombre justo a la luz del día.
Llevando una lámpara encendida en sus manos.
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